Todos conocemos a esa mujer, aquella que entra a la habitación con una gracia de tal magnitud que brilla con luz propia. Ella no es arrogante, ni egocéntrica, mucho menos presumida. Ella tiene un nivel de confianza tan grande que hace que todos quieran prestarle atención y estar a su alrededor.
Vivimos en un mundo competitivo en el que todos intentamos sobresalir con nuestras cualidades, y constantemente estamos expuestas a cruzarnos con personas que quizá reflejen cosas que anhelamos ser: alta, baja, delgada, exitosa, sofisticada, con el auto que nos encanta, con el empleo de nuestros sueños, etc.… Continuar leyendo